Un ejemplo de vida: es el mejor regalo de un padre a un hijo.

No existe herencia más grande que un buen ejemplo de vida.

Ser ejemplo es delicado, ya que creciendo todo lo que se ve se aprende, dando por hecho que lo que vemos es la manera correcta de hacer las cosas o lo “normal”.

Mi Padre es un gran hombre, él es el tipo de persona que le puede sacar una sonrisa genuina hasta a la persona más amargada sobre la faz de la tierra, tiene un corazón noble y honesto, tiene una manera única de ver la vida siempre de manera positiva, para él no hay imposibles, enfrenta la adversidad con gracia y humor, es un hombre sano, trabajador, deportista, visionario, emprendedor, divertido, un buen hijo, hermano, esposo y sobre todo el mejor Padre.

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Puedo hablar horas de las cualidades que hacen a mi Padre un gran hombre, pero en esta ocasión quiero hablar sobre lo que me ha enseñado a través de su ejemplo:

  • a siempre tratar a cada persona a mi alrededor con respeto;

  • animar con una sonrisa o algún chiste improvisado;

  • a no tener miedo;

  • que no hay montaña que no se pueda subir o bajar;

  • que los límites nos los ponemos nosotros;

  • que no hay que ser ovejas que siguen la corriente, si no, luchar por nuestros sueños y metas;

  • el amor por los deportes y la lectura;

  • a apreciar cada momento, paisaje, sonrisa y la buena compañía;

  • que la vida esta compuesta de momentos pasajeros;

  • a enfrentar los momentos difíciles con una sonrisa y con humor.

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Tal como mi Padre me ha enseñado con acciones y con la manera en la que él conduce su vida, de igual manera tenemos un ejemplo biblico: en el que Dios nos mandó a su hijo para que a través de su ejemplo pudiéramos aprender de su amor.

Es nuestra decisión consciente ignorar o adoptar la herencia que nos dejan nuestros padres con su ejemplo. Al final del día nuestras decisiones nos van formando y nos hacen la persona que somos el día de hoy.

Tengo la seguridad de que si apreciamos y tomamos este hermoso regalo de un buen ejemplo de vida, el resultado será inevitablemente lleno de felicidad y bendiciones.

Quiero invitar a todos aquellos que lean esto, que reflexionen sobre el gran regalo que nuestros padres nos han dado a través de su ejemplo de vida, desde el momento más pequeño hasta el más grande. Porque no hay amor más grande que el de un padre a un hijo.

(Escrito en Agosto 2014)

stef Ibuado